Una buena parte de la producción de la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo la constituyeron hojas volantes y pliegos dedicados a difundir, recrear o imaginar crímenes y criminales. Todos estos relatos, reales o ficticios, tenían una moraleja. El criminal generalmente era castigado por las autoridades terrenales, pero crímenes en contra de la Iglesia, parricidios, maltrato a menores y crímenes pasionales tenían, además, un castigo divino, ya fuera en vida o después de la muerte del criminal. Tras la muerte de Vanegas Arroyo, en 1917, sus herederos reimprimieron algunas de estas hojas, como pudo ser el caso de la presente.
Esta hoja narra cómo una joven caprichosa, consentida desde la niñez, asesina a sus padres al recibir una negativa. Su castigo fue inmediato: la tierra se abrió y de ahí surgió un dragón que la devoró. Los versos que se encuentran al reverso explican, en primera persona, los tormentos que la parricida vive en el infierno. Así, esta hoja, como otras que hablan de crímenes atroces, hace énfasis en la culpa implícita de los padres por no educar correctamente a sus hijos. Esto no sorprende pues, al menos en este caso, la hoja lleva la leyenda: “Propaganda católica dedicada a los padres de familia”.
El grabado de José Guadalupe Posada muestra del lado izquierdo, una mujer que parece huir aterrorizada del monstruo que está del lado derecho. El supuesto dragón —pues sólo puede verse su rostro— abre sus fauces, de donde salen llamas, entre las que ya se encuentra la parricida, cuyo rostro, manos y cabello muestran que está aterrorizada. A pesar de que el grabado ilustra certeramente el relato y su moraleja, no se sabe con certeza si el grabado fue elaborado por Posada ex profeso para este relato y la presente hoja es una reimpresión de la editada por Vanegas Arroyo, o si esta placa se reutilizó cinco años después de la muerte de Posada para ilustrar un relato reciente.
